Tablón de Avisos

REUNION 27-04-2012 21:00 EN EL BAR PAJARES. !!!

Dedicado a Yusemi y Charlie

martes, 15 de julio de 2008

Crónicas de La Puebla

lunes, 14 de julio de 2008

Quien escribe tiene que decir que ésta ha sido su primera concentración a lomos de una potranca, la de los Pingüinos fue como simple peatona. Escribo la crónica desde mi humilde e inexperto punto de vista. Ruego a los moteros experimentados que me hagan llegar la suya a través del correo electrónico de la peña y la publicaré para tener más variedad y enriquecer esta crónica de novata, que encima, va de paquete.
Salimos el sábado a las doce de la gasolinera de Carrefour. Servidora iba con más miedo que otra cosa, era la primera vez que viajaba en moto (aunque de Mérida a La Puebla no hay tanto, la verdad). Nada más salir a la autovía iba con los ojos cerrados de espanto, en cuanto nos pusimos a 120, el viento empezó a aullarme dentro del casco y me dio por pensar qué sería de mí si fuera a Faro en moto en lugar de ir en coche escoba. O a los Pingüinos, con el frío y la lluvia. Me imagino que será cuestión de acostumbrarse. Llegamos a La Puebla y cuando me bajé de la moto no sabía si alguna vez volvería a andar derecha, cosa que se subsanó por sí sola a los cinco minutos. Lo cierto es que, empaquetada con el zamarro, cargando con la mochila y con las rodillas anquilosadas, me costó Dios y ayuda bajarme de la moto. Bueno, con un cigarrito de relax, quedé como nueva.
Una vez llegamos todos, fuimos a la preciosa casa de José Miguel, donde nos convidó a una barbacoa por su cumpleaños, que fue el jueves anterior. Estaba todo rico, rico y el gazpacho era altamente adictivo. Un fuerte aplauso para José Miguel y Amparo, los anfitriones perfectos. (Y para el Yorkshire "Rottweiler", un encantador felpudillo que parecía de peluche y que hizo las delicias de todos con sus gracias y su ansia de comer cordones).
Hacía un día de verano perfecto, con un airecito agradable que permitió que pudiéramos andar por la calle en horas normalmente no aconsejables.
En cuanto a la concentración en sí, hay que decir que estuvo muy bien montada, la ruta barítima estuvo muy bien, hubo bebida y comidita, buen rollito, bellas máquinas, gente pintoresca, el grupo de Hip-hop era bastante bueno (no entiendo de esas cosas, Grego es el que entiende), en fin, todo muy bien, lástima que al final nos quedáramos cuatro, ya que algunos tuvieron que irse, otros tenían que trabajar, en fin... gajes del oficio, pero estuvo muy bien, bebida, música, motor y tertulia, la ruta barítima perfecta.
A la noche, JJ se presentó con jamón ibérico exquisito y un queso...mmmmmmmmmmm (soy muy quesera, lo siento, se me ve el pelaje), y tras la cenita salimos a hacer botellón. Ya hacía fresquete, así que tuve que comprarme una nueva kefiya para la colección. Por cierto,que recibimos la visita de Rocío, Justo, Ana y Jose, que vinieron desde Mérida a echarse unas copichuelas con nosotros y a ver cómo estaba el ambientillo. Estuve hasta las dos y media, así que no pude ver el espectáculo de los strippers, por lo que ruego a algún testigo que me lo cuente, así como las cosas que hicieron, hablaron, lo que bailaron, bebieron...en fin, todo eso que se suele hacer en una noche de farra.
Al día siguiente empezó la ruta, ruta. Aconsejable: ayunar toda la semana anterior por lo que se verá más adelante.
Como el domingo sí nos inscribimos, empezamos con el ticket que nos daba derecho a desayuno: cafelito y media tostada (o entera) y a la moto. Como fuimos los últimos de Filipinas en desayunar, y ya se había ido todo el mundo a la Nava de Santiago, ¡hala! a correr como locos por la carretera, hecho que suscitó en mí un cabreo bastante gordo. En fin.
En La Nava nos obsequiaron con un refresquito y una pulguita de chorizo. Me costó comerla porque acababa de desayunar, pero al final me la comí porque no sabía cuándo llegaría la hora de comer. Por cierto que allí me encontré con mi compañera Mamen, La Niña de la Puebla, a la que hacía un montón de años que no veía. Nos pusimos al coirriente de nuestras existencias, pero no dio para mucho porque daban la señal de seguir. Luego ya no la vi más.
Esta parte de la ruta ya me gustó más, íbamos despacito, en amor y compaña hasta La Roca de la Sierra, el pueblo sin cementerio (los viejos roqueros nunca mueren). Aqui pasaron de la pulguita al mollete de mortadela. Un señor experto en las lides moteras me aconsejó que me lo comiera, que no sabíamos a qué hora comeríamos. Le hice caso y luego me arrepentí, debí haber guardado el mollete para Rottweiler. De la Roca hasta Guadiana fue una ruta muy agradable también, aunque los quads hicieron de las suyas (opino que los quads deberían hacer una concentración aparte, pero esto es una apreciación personal). Llegamos a Guadiana, y qué calorrrrrrrrrrr hasta que abrieron las puertas del restaurante. Y una vez allí, qué rico todo y qué abundante, madre mía, y yo con una pulguita y un mollete en mi haber. Hombre, para abrir boca, un gazpacho de l-u-j-o, fresquito y rico, más entremeses y langostinos. Bebida, la que quisiéramos, y luego, filetes con papas fritas (muy buenos también, sí señor) y helado, todo ello amenizado con la agrupación de Coros y Danzas Josemi y Charly y su gran éxito "Jonathan, no te metas pa lo hondo". Concurso de bocadillos creativos con el pan sobrante. Yo hubiera premiado a JJ y su gran creación "Bocadillo de tapadera de helado en su jugo", pero la pugna estuvo reñida y hubo grandes creaciones que destacar como la del tío de la-moto-roja-en-miniatura-que-lleva-siempre-a-todos-lados, y su exquisito "Bocadillo de vino con limón en su envase original".
Entrega de premios (muy bien el míster; la miss, ¿?) y fin de fiesta.
Al salir me doy cuenta de que Grego llevaba mi casco y yo el suyo. Tuvimos que parar y colocarnos las fundas mentales como Dios manda, pero yo fui gran parte del camino riéndome. El viaje hasta Mérida fue muy tranquilito, íbamos casi solos en la autovía. Y llegamos cansinos como perros, así que nos tiramos en el sillón y hasta la nuit.
Fin de la crónica de Yo, DYC.